Este trabajo se trata de
una introducción general al estudio del pasado económico de nuestro país, a
través de un recorrido por diversos momentos marcados por la continuidad, la
ruptura o el cambio en la vida política nacional. De esta manera, retomaremos la
situación económica a través del tiempo en nuestro país desde la época de los
Sonorenses hasta el Cardenismo, haciendo énfasis en el primer apartado en el
contexto que precedió el proceso de institucionalización.
Al considerar la economía
revolucionaria y posteriormente el gobierno de Carranza, facilitaremos la
comprensión del tema principal, pues se explica el contexto en el cual se
gestaron tanto las condiciones que favorecerían la conformación del estado
corporativo como la creciente inconformidad que radicalizaría movimientos
sociales tales como el obrero y el campesino.
Si bien es cierto que la causa
fundamental de la Revolución no es de orden económico, existen varios elementos
en esta materia que contribuyeron a crear la coyuntura favorable para el
levantamiento armado. En primer lugar, en 1905 se abandonó el patrón bimetálico
que volvió las relaciones mercantiles más rígidas e hizo más vulnerable a la
economía nacional ante las oscilaciones en el mercado mundial del precio de los
metales preciosos, además de desatar la especulación cambiaria. En esos años la
política económica tuvo un efecto procíclico que aceleró la tendencia
decreciente de la producción.
En segundo lugar, hubo una crisis
agrícola a consecuencia de las sequías de 1908-1909, lo que elevó el precio de
los principales productos alimenticios para el mercado interno. En tercer
lugar, Estados Unidos y Europa entraron en una crisis económica en 1907, lo que
redujo considerablemente el precio y la cantidad de exportaciones mexicanas, lo
que evidenció las limitaciones de la economía exportadora y jugó el papel de
catalizador del descontento social y de los agravios políticos y sociales.
Finalmente, el poco dinamismo de
industrias muy ligadas al mercado norteamericano como la minería, la metalurgia
y, en general, la mayoría de las ramas industriales, provocaron un descenso de
15% en la producción industrial nacional en 1908, lo que aceleró la inflación
que pasó de 8.5% en 1908 a 16.6% en 1910.
Entonces, si se divide el período
revolucionario en subperiodos, los años que corren de 1910 a 1913 se
caracterizaron por una producción para la exportación que continuó creciendo
(henequén), y una producción para consumo interno en descenso (maíz, frijol), y
por una minería e industria manufacturera que mantuvo un comportamiento
aceptable.
En el periodo de 1913-1916 se
registró una crisis económica más profunda, pues prácticamente todas las ramas
de la actividad industrial resultaron afectadas, a excepción del petróleo y el
henequén.
El periodo 1917-1920 se
caracterizó, en lo general, por la recuperación de la actividad económica por
la vía primario-exportadora, favorecida por la consolidación del nuevo régimen
constitucional.
El contexto arriba referido,
parece indicar que la lucha armada solamente agudizó la tendencia al
estancamiento que ya venía observando la economía mexica desde la decadencia de
la época porfirista, en particular en ramas como la minería, la agricultura y
la producción de manufacturas. Sin embargo, y es importante resaltar, no todas
las actividades económicas se vieron afectadas fuertemente por la lucha armada.
Podemos decir que el periodo
comprendido entre 1910 y 1920 no fue testigo de un inminente colapso de
producción ni paralización de la economía. Estos ámbitos se recuperaron
paulatinamente después de la lucha armada pero siempre dentro de un contexto de
desigualdades geográficas y sectoriales.
üLA LUCHA ENTRE LAS CORRIENTES
REVOLUCIONARIAS.
Entre el Ejército Libertador del
Sur y las fuerzas constitucionalistas no existió coordinación en la lucha
contra Huerta. Los zapatistas estaban en rebeldía desde antes de la “decena
trágica”. Carranza, en el Plan de Guadalupe, no incluyó ninguna reforma social,
ni planteó el problema de la tierra que volvía a estar en primer plano. Esta
situación fue entonces fuente de conflictos. Al rendirse el gobierno dejado por
Huerta mediante los Tratados de Teoloyucan, se estipulaba que las tropas de
Obregón irían ocupando los puntos que fueran abandonando las tropas federales,
de esta manera quedaban frente a frente los constitucionalistas y zapatistas.
Pero la situación era aún más
conflictiva. Dentro de las fuerzas del constitucionalismo se habían ido
perfilando dos tendencias. Carranza se esforzaba por someter a su control a la
División del Norte y desplazar de la jefatura a Villa. Esta disputa de había
presentado desde mediados de 1913 y se agudizó a raíz de que Villa atacó
Zacatecas desobedeciendo las órdenes de Carranza. No se trataba de una pugna
personal en la que se enfrentaban dos temperamentos distintos. Lo que había en
el fondo era un conflicto social. Mientras que Carranza representaba los
intereses de la burguesía y los hacendados y su programa de reducía, al igual
que Madero, a reivindicaciones políticas, Villa aglutinaba a los campesinos,
mineros y gente de escasos recursos. Por ello Carranza desconfiaba de una
fuerza de tal magnitud, independiente de su control total.
A raíz de la toma de Zacatecas
las discrepancias afloraron con gran fuerza y Carranza destituyó a Villa del
mando de la División del Norte; pero el apoyo que todos los jefes y oficiales
de ésta le dieron a Villa, le impidió a Carranza lograr su objetivo. Reunidos,
en Torreón en los primeros días de julio, representantes de las dos corrientes
se acordó que una vez derrocado Huerta se realizaría una Convención donde
estuvieran representadas las fuerzas revolucionarias para decidir el destino de
la revolución y del poder.
Conociendo la importancia de adueñarse
de la Ciudad de México, Carranza entró en ella el 20 de agosto. Entonces parecía inminente el
choque entre las facciones revolucionarias; pero tras arduas negociaciones en
las que tuvo una participación muy activa Obregón, se reafirmó el acuerdo de
realizar una convención.
En lo que toca al zapatismo,
Carranza envió a Luis Cabrera y otros representantes a tratar con ellos. Por la
experiencia negativa que habían tenido los surianos con Madero, demandaban la
aceptación inmediata e incondicional del Plan de Ayala, lo que no era aceptable
para Carranza, representante de los hacendados capitalistas, por ello, sus
enviados declararon no tener capacidad de decisión y se retiraron.
LA SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA
Realmente era irresoluble en la
mesa de las negociaciones el conflicto que trató de resolver la Convención.
Para los hacendados y la burguesía resultaba inadmisible que los campesinos
pretendieran adueñarse del poder, que impusieran su Plan agrario de devolución
de las tierras y sus métodos revolucionarios de adueñarse de ellas.
El Ejército Libertador del Sur
entró a la capital el 24 de noviembre, sin violencia, sin saqueo, sin dañar a
la población. Pocos días después llegó la División del Norte. La reunión de
Villa y Zapata selló el compromiso de combatir juntos a Carranza, se dividieron
el teatro de operaciones militares, Villa el norte, Zapata el sur, y nada más.
No tenían un proyecto para orientar el país, no pudieron precisar un programa
de gobierno que diera una respuesta global a los problemas nacionales, ni
intentaron vincularse con el movimiento obrero. Su visión estaba centrada en el
problema agrario únicamente.
Carranza y sus seguidores
reducidos a una mínima parte del territorio nacional y perseguidos por los
ejércitos campesinos contaron con un aliado importante, el gobierno de Estados
Unidos que evacuó sus tropas del puerto de Veracruz y se los entregó
incondicionalmente. Allí encontraron recursos financieros, provenientes del
petróleo y de las recaudaciones aduaneras, armas y parque. Convencidos de que
no podían triunfar sin conquistar la confianza de las masas, Obregón y otros
jefes presionaron a Carranza para que ampliara el contenido del Plan de
Guadalupe. En diciembre de 1914, las adiciones prometen transformar
prácticamente todos los aspectos de la vida nacional: disolución de latifundios
y apoyo a la pequeña propiedad, revisión de los términos en los que se
explotaban los recursos naturales, legislación obrera, mejoría de clases
trabajadoras, libertad municipal, revisión de las leyes relativas al matrimonio
y de los código civil, penal, etc. Se trata de un proyecto de reorganización
global de la sociedad y de sus relaciones con el gobierno. Un proyecto de este
tipo es el que les había faltado a los convencionistas.
Continuando con su ofensiva
política, que prepara el terreno para la militar, Carranza expide el 6 de enero
de 1915 una ley agraria que dispone la devolución de las tierras que les han
sido arrebatadas ilegítimamente a los pueblos, el fomento a la pequeña
propiedad, la parcelación individual de las tierras comunales que sean
devueltas y la autorización a los jefes militares para recibir de inmediato las
solicitudes de los campesinos. Con estas leyes se pretendía arrebatarles la
bandera agraria a los zapatistas y rebasar políticamente a la fuerza que más
les preocupa en el terreno militar, el villismo. Esta corriente, aunque había
hecho suyo el Plan de Ayala no había llevado a cabo ninguna disposición
práctica ni había distribuido tierras como lo habían hecho los surianos.
Finalmente no fueron solamente
los errores tácticos de Villa y los aciertos de Obregón los que determinaron el
curso de los acontecimientos, no, lo que determinó en alto grado la situación
fue la incapacidad de los gobiernos de la Convención de ofrecer un programa
claro y coherente de reestructuración de la vida económica y política del país.
La derrota primera y decisiva fue política, la militar fue una consecuencia de
esta.
üUN NUEVO ORDEN CONSTITUCIONAL: EL GOBIERNO DE
CARRANZA (1917-1920)
A partir de 1916 y hasta mayo de
1920, Venustiano Carranza gobierna el país. Su política tuvo como ejes
principales consolidar su poder, liquidar los grupos armados opositores,
someter a las masas, restablecer la paz social y reestructurar el aparato legal
y administrativo del gobierno. Y aunque este gobierno no significó la llegada de
paz y tranquilidad total del país, al ser reconocido por parte de Estados
Unidos, posteriormente, naciones con quien México tenía relaciones, como
Argentina y Brasil, reanudaron sus nexos de amistad, lo que afianzó el
prestigio del gobierno constitucionalista.
üPOLÍTICA AGRARIA
En tiempos de Carranza, el
problema social más importante del país continuaba siendo el agrario. Los
zapatistas y otros contingentes campesinos continuaban luchando con las armas
por la devolución de las tierras. Además, la mayor parte de la población estaba
en el campo. México, entonces continuaba siendo un país de peones y campesinos
pobres.
Para contrarrestar el zapatismo,
Carranza expidió en Veracruz la ley del 6 de enero de 1915. Pero su actitud
posterior evidenció que esta ley era, fundamentalmente, una maniobra política
para restarle fuerza al zapatismo. En junio del mismo año, cuando la balanza
militar ya se inclinaba favor del constitucionalismo, Carranza limitó la
aplicación de esta ley prometiendo que se respetarían las propiedades
adquiridas legalmente por individuos o gobiernos locales y que no constituyeran
un privilegio o monopolio. y que no habría confiscaciones sino una distribución
equitativa de las tierras que conservaba el gobierno.
Hasta un año después, enero 1916,
el Primer Jefe constitucionalista formó la Comisión Nacional Agraria, organismo
que funcionó burocráticamente y, por ello, no contribuyó eficazmente a resolver
la cuestión agraria.
La política de Carranza consistió
en preservar los latifundios y negarse a entregar la tierra a los campesinos.
Incluso actuó en contra de aquellos de sus subordinados que promovían el
reparto agrario. Por otro lado, devolvió numerosos terrenos confiscados a los
hacendados durante la lucha armada y en cuanto a las tierras entregadas
a los campesinos, la mayoría ya habían sido ocupadas y sólo se legalizaba este
hecho.
üMOVIMIENTO OBRERO
A mediados de enero de 1916, tres
semanas después dehaber derrotado a Villa en Ciudad Juárez, el gobierno
carrancista disolvió los “batallones rojos”. Los militantes de la Casa del
Obrero Mundial (COM) habían aprovechado su alianza con el carrancismo para
difundir su ideología anarcosindicalista, construir filiales de la COM y
expandirse numérica y geográficamente. En todo territorio conquistado por los
constitucionalistas, se estableció una filial de la COM.
La conclusión del pacto entre
constitucionalistas y líderes de la COM, y la crisis económica que afectaba al
país provocaría la radicalización del movimiento obrero. En marzo se constituyó
la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, con la participación
de 73 sindicatos, primer intento de construir una central que agrupara a todos
los sindicatos y cuya sede tuvo lugar en Orizaba y su secretario general fue
Herón Proal. En su Declaración de Principios se manifestaba por la
socialización de los medios de producción, como finalidad suprema del
movimiento proletario; por la táctica de la acción directa declarando que “como
procedimiento lucha contra la clase capitalista, empleará únicamente la acción
directa, quedando excluida del esfuerzo sindicalista toda clase de acción
política, entendiéndose por ésta el hecho de adherirse oficialmente a un
gobierno o a un partido o personalidad que aspire al poder gubernativo”;
asentando que “cesará de pertenecer a ella todo aquel que acepte un cargo
público de carácter administrativo”.
La crisis económica agravada por
la inflación y la devaluación del papel moneda, obligó a la Federación de
Sindicatos recién fundada a exigir el pago de salarios en oro o en su
equivalente en papel moneda; un salario mínimo de un peso diario y jornada de
ocho horas. Aunque el gobierno amenazó a los trabajadores, no pudo impedir que
el 22 de mayo de 1916 se llevará a cabo un paro general, que incluyó los
servicios de luz y fuerza, de tranvías, de teléfonos y de agua potable. El
gobierno carrancista preocupado logró que los patrones pagaran los salarios en
la nueva moneda “infalsificable”, equivalentes a lo que habían ganado el mes
anterior, es decir sin la depreciación que sufría la moneda.
La crisis continuó, para junio
los obreros volvieron a exigir el pago de los salarios en oro y solicitaron un
aumento del 50%. Ante la nula respuesta del gobierno y de los patrones y frente
al incremento de los precios de los artículos de primera necesidad que habían
subido entre 200% y 300%, los obreros convocaron a la única huelga general que
se ha dado en el país. El 31 de julio estalló la huelga en todo el Distrito
Federal, con la participación de 86 mil obreros. Se paralizó toda la Ciudad de
México: los servicios públicos (electricidad y agua), los transportes
(tranvías), las comunicaciones (teléfono y correos), y otros servicios como
tortillerías y panaderías, por ejemplo.
La reacción gubernamental fue
fulminante, se decretó la ley marcial y se revivió una vieja ley de 1862 cuyos
artículos prohibían la huelga general, las huelgas en los servicios públicos y
amenazaban con pena de muerte a los organizadores de ellas. La COM fue disuelta
por el gobierno, sus dirigentes encarcelados y enjuiciados fueron condenados a
muerte, pero Carranza los indultó.