viernes, 14 de abril de 2017

ESTADO CORPORATIVO Y LOS MOVIMIENTOS: OBRERO Y CAMPESINO

PRESENTACIÓN


Este trabajo se trata de una introducción general al estudio del pasado económico de nuestro país, a través de un recorrido por diversos momentos marcados por la continuidad, la ruptura o el cambio en la vida política nacional. De esta manera, retomaremos la situación económica a través del tiempo en nuestro país desde la época de los Sonorenses hasta el Cardenismo, haciendo énfasis en el primer apartado en el contexto que precedió el proceso de institucionalización.

Al considerar la economía revolucionaria y posteriormente el gobierno de Carranza, facilitaremos la comprensión del tema principal, pues se explica el contexto en el cual se gestaron tanto las condiciones que favorecerían la conformación del estado corporativo como la creciente inconformidad que radicalizaría movimientos sociales tales como el obrero y el campesino.


ANTECEDENTES

ü  ECONOMÍA DE LA REVOLUCIÓN


Si bien es cierto que la causa fundamental de la Revolución no es de orden económico, existen varios elementos en esta materia que contribuyeron a crear la coyuntura favorable para el levantamiento armado. En primer lugar, en 1905 se abandonó el patrón bimetálico que volvió las relaciones mercantiles más rígidas e hizo más vulnerable a la economía nacional ante las oscilaciones en el mercado mundial del precio de los metales preciosos, además de desatar la especulación cambiaria. En esos años la política económica tuvo un efecto procíclico que aceleró la tendencia decreciente de la producción.

En segundo lugar, hubo una crisis agrícola a consecuencia de las sequías de 1908-1909, lo que elevó el precio de los principales productos alimenticios para el mercado interno. En tercer lugar, Estados Unidos y Europa entraron en una crisis económica en 1907, lo que redujo considerablemente el precio y la cantidad de exportaciones mexicanas, lo que evidenció las limitaciones de la economía exportadora y jugó el papel de catalizador del descontento social y de los agravios políticos y sociales.

Finalmente, el poco dinamismo de industrias muy ligadas al mercado norteamericano como la minería, la metalurgia y, en general, la mayoría de las ramas industriales, provocaron un descenso de 15% en la producción industrial nacional en 1908, lo que aceleró la inflación que pasó de 8.5% en 1908 a 16.6% en 1910.


Entonces, si se divide el período revolucionario en subperiodos, los años que corren de 1910 a 1913 se caracterizaron por una producción para la exportación que continuó creciendo (henequén), y una producción para consumo interno en descenso (maíz, frijol), y por una minería e industria manufacturera que mantuvo un comportamiento aceptable.

En el periodo de 1913-1916 se registró una crisis económica más profunda, pues prácticamente todas las ramas de la actividad industrial resultaron afectadas, a excepción del petróleo y el henequén.

El periodo 1917-1920 se caracterizó, en lo general, por la recuperación de la actividad económica por la vía primario-exportadora, favorecida por la consolidación del nuevo régimen constitucional.

El contexto arriba referido, parece indicar que la lucha armada solamente agudizó la tendencia al estancamiento que ya venía observando la economía mexica desde la decadencia de la época porfirista, en particular en ramas como la minería, la agricultura y la producción de manufacturas. Sin embargo, y es importante resaltar, no todas las actividades económicas se vieron afectadas fuertemente por la lucha armada.

Podemos decir que el periodo comprendido entre 1910 y 1920 no fue testigo de un inminente colapso de producción ni paralización de la economía. Estos ámbitos se recuperaron paulatinamente después de la lucha armada pero siempre dentro de un contexto de desigualdades geográficas y sectoriales.

ü  LA LUCHA ENTRE LAS CORRIENTES REVOLUCIONARIAS.



Entre el Ejército Libertador del Sur y las fuerzas constitucionalistas no existió coordinación en la lucha contra Huerta. Los zapatistas estaban en rebeldía desde antes de la “decena trágica”. Carranza, en el Plan de Guadalupe, no incluyó ninguna reforma social, ni planteó el problema de la tierra que volvía a estar en primer plano. Esta situación fue entonces fuente de conflictos. Al rendirse el gobierno dejado por Huerta mediante los Tratados de Teoloyucan, se estipulaba que las tropas de Obregón irían ocupando los puntos que fueran abandonando las tropas federales, de esta manera quedaban frente a frente los constitucionalistas y zapatistas.

Pero la situación era aún más conflictiva. Dentro de las fuerzas del constitucionalismo se habían ido perfilando dos tendencias. Carranza se esforzaba por someter a su control a la División del Norte y desplazar de la jefatura a Villa. Esta disputa de había presentado desde mediados de 1913 y se agudizó a raíz de que Villa atacó Zacatecas desobedeciendo las órdenes de Carranza. No se trataba de una pugna personal en la que se enfrentaban dos temperamentos distintos. Lo que había en el fondo era un conflicto social. Mientras que Carranza representaba los intereses de la burguesía y los hacendados y su programa de reducía, al igual que Madero, a reivindicaciones políticas, Villa aglutinaba a los campesinos, mineros y gente de escasos recursos. Por ello Carranza desconfiaba de una fuerza de tal magnitud, independiente de su control total.

A raíz de la toma de Zacatecas las discrepancias afloraron con gran fuerza y Carranza destituyó a Villa del mando de la División del Norte; pero el apoyo que todos los jefes y oficiales de ésta le dieron a Villa, le impidió a Carranza lograr su objetivo. Reunidos, en Torreón en los primeros días de julio, representantes de las dos corrientes se acordó que una vez derrocado Huerta se realizaría una Convención donde estuvieran representadas las fuerzas revolucionarias para decidir el destino de la revolución y del poder.

Conociendo la importancia de adueñarse de la Ciudad de México, Carranza entró en ella el 20 de agosto. Entonces parecía inminente el choque entre las facciones revolucionarias; pero tras arduas negociaciones en las que tuvo una participación muy activa Obregón, se reafirmó el acuerdo de realizar una convención.

En lo que toca al zapatismo, Carranza envió a Luis Cabrera y otros representantes a tratar con ellos. Por la experiencia negativa que habían tenido los surianos con Madero, demandaban la aceptación inmediata e incondicional del Plan de Ayala, lo que no era aceptable para Carranza, representante de los hacendados capitalistas, por ello, sus enviados declararon no tener capacidad de decisión y se retiraron.

  LA SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA 



Realmente era irresoluble en la mesa de las negociaciones el conflicto que trató de resolver la Convención. Para los hacendados y la burguesía resultaba inadmisible que los campesinos pretendieran adueñarse del poder, que impusieran su Plan agrario de devolución de las tierras y sus métodos revolucionarios de adueñarse de ellas.

El Ejército Libertador del Sur entró a la capital el 24 de noviembre, sin violencia, sin saqueo, sin dañar a la población. Pocos días después llegó la División del Norte. La reunión de Villa y Zapata selló el compromiso de combatir juntos a Carranza, se dividieron el teatro de operaciones militares, Villa el norte, Zapata el sur, y nada más. No tenían un proyecto para orientar el país, no pudieron precisar un programa de gobierno que diera una respuesta global a los problemas nacionales, ni intentaron vincularse con el movimiento obrero. Su visión estaba centrada en el problema agrario únicamente.



Carranza y sus seguidores reducidos a una mínima parte del territorio nacional y perseguidos por los ejércitos campesinos contaron con un aliado importante, el gobierno de Estados Unidos que evacuó sus tropas del puerto de Veracruz y se los entregó incondicionalmente. Allí encontraron recursos financieros, provenientes del petróleo y de las recaudaciones aduaneras, armas y parque. Convencidos de que no podían triunfar sin conquistar la confianza de las masas, Obregón y otros jefes presionaron a Carranza para que ampliara el contenido del Plan de Guadalupe. En diciembre de 1914, las adiciones prometen transformar prácticamente todos los aspectos de la vida nacional: disolución de latifundios y apoyo a la pequeña propiedad, revisión de los términos en los que se explotaban los recursos naturales, legislación obrera, mejoría de clases trabajadoras, libertad municipal, revisión de las leyes relativas al matrimonio y de los código civil, penal, etc. Se trata de un proyecto de reorganización global de la sociedad y de sus relaciones con el gobierno. Un proyecto de este tipo es el que les había faltado a los convencionistas.

Continuando con su ofensiva política, que prepara el terreno para la militar, Carranza expide el 6 de enero de 1915 una ley agraria que dispone la devolución de las tierras que les han sido arrebatadas ilegítimamente a los pueblos, el fomento a la pequeña propiedad, la parcelación individual de las tierras comunales que sean devueltas y la autorización a los jefes militares para recibir de inmediato las solicitudes de los campesinos. Con estas leyes se pretendía arrebatarles la bandera agraria a los zapatistas y rebasar políticamente a la fuerza que más les preocupa en el terreno militar, el villismo. Esta corriente, aunque había hecho suyo el Plan de Ayala no había llevado a cabo ninguna disposición práctica ni había distribuido tierras como lo habían hecho los surianos.


Finalmente no fueron solamente los errores tácticos de Villa y los aciertos de Obregón los que determinaron el curso de los acontecimientos, no, lo que determinó en alto grado la situación fue la incapacidad de los gobiernos de la Convención de ofrecer un programa claro y coherente de reestructuración de la vida económica y política del país. La derrota primera y decisiva fue política, la militar fue una consecuencia de esta.

ü  UN NUEVO ORDEN CONSTITUCIONAL: EL GOBIERNO DE CARRANZA (1917-1920)


A partir de 1916 y hasta mayo de 1920, Venustiano Carranza gobierna el país. Su política tuvo como ejes principales consolidar su poder, liquidar los grupos armados opositores, someter a las masas, restablecer la paz social y reestructurar el aparato legal y administrativo del gobierno. Y aunque este gobierno no significó la llegada de paz y tranquilidad total del país, al ser reconocido por parte de Estados Unidos, posteriormente, naciones con quien México tenía relaciones, como Argentina y Brasil, reanudaron sus nexos de amistad, lo que afianzó el prestigio del gobierno constitucionalista.
  


ü  POLÍTICA AGRARIA


En tiempos de Carranza, el problema social más importante del país continuaba siendo el agrario. Los zapatistas y otros contingentes campesinos continuaban luchando con las armas por la devolución de las tierras. Además, la mayor parte de la población estaba en el campo. México, entonces continuaba siendo un país de peones y campesinos pobres.

Para contrarrestar el zapatismo, Carranza expidió en Veracruz la ley del 6 de enero de 1915. Pero su actitud posterior evidenció que esta ley era, fundamentalmente, una maniobra política para restarle fuerza al zapatismo. En junio del mismo año, cuando la balanza militar ya se inclinaba favor del constitucionalismo, Carranza limitó la aplicación de esta ley prometiendo que se respetarían las propiedades adquiridas legalmente por individuos o gobiernos locales y que no constituyeran un privilegio o monopolio. y que no habría confiscaciones sino una distribución equitativa de las tierras que conservaba el gobierno.

Hasta un año después, enero 1916, el Primer Jefe constitucionalista formó la Comisión Nacional Agraria, organismo que funcionó burocráticamente y, por ello, no contribuyó eficazmente a resolver la cuestión agraria.

La política de Carranza consistió en preservar los latifundios y negarse a entregar la tierra a los campesinos. Incluso actuó en contra de aquellos de sus subordinados que promovían el reparto agrario. Por otro lado, devolvió numerosos terrenos confiscados a los hacendados durante la lucha armada y en cuanto a las tierras entregadas a los campesinos, la mayoría ya habían sido ocupadas y sólo se legalizaba este hecho.


ü  MOVIMIENTO OBRERO


A mediados de enero de 1916, tres semanas después de haber derrotado a Villa en Ciudad Juárez, el gobierno carrancista disolvió los “batallones rojos”. Los militantes de la Casa del Obrero Mundial (COM) habían aprovechado su alianza con el carrancismo para difundir su ideología anarcosindicalista, construir filiales de la COM y expandirse numérica y geográficamente. En todo territorio conquistado por los constitucionalistas, se estableció una filial de la COM.

La conclusión del pacto entre constitucionalistas y líderes de la COM, y la crisis económica que afectaba al país provocaría la radicalización del movimiento obrero. En marzo se constituyó la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana, con la participación de 73 sindicatos, primer intento de construir una central que agrupara a todos los sindicatos y cuya sede tuvo lugar en Orizaba y su secretario general fue Herón Proal. En su Declaración de Principios se manifestaba por la socialización de los medios de producción, como finalidad suprema del movimiento proletario; por la táctica de la acción directa declarando que “como procedimiento lucha contra la clase capitalista, empleará únicamente la acción directa, quedando excluida del esfuerzo sindicalista toda clase de acción política, entendiéndose por ésta el hecho de adherirse oficialmente a un gobierno o a un partido o personalidad que aspire al poder gubernativo”; asentando que  “cesará de pertenecer a ella todo aquel que acepte un cargo público de carácter administrativo”.

La crisis económica agravada por la inflación y la devaluación del papel moneda, obligó a la Federación de Sindicatos recién fundada a exigir el pago de salarios en oro o en su equivalente en papel moneda; un salario mínimo de un peso diario y jornada de ocho horas. Aunque el gobierno amenazó a los trabajadores, no pudo impedir que el 22 de mayo de 1916 se llevará a cabo un paro general, que incluyó los servicios de luz y fuerza, de tranvías, de teléfonos y de agua potable. El gobierno carrancista preocupado logró que los patrones pagaran los salarios en la nueva moneda “infalsificable”, equivalentes a lo que habían ganado el mes anterior, es decir sin la depreciación que sufría la moneda.


La crisis continuó, para junio los obreros volvieron a exigir el pago de los salarios en oro y solicitaron un aumento del 50%. Ante la nula respuesta del gobierno y de los patrones y frente al incremento de los precios de los artículos de primera necesidad que habían subido entre 200% y 300%, los obreros convocaron a la única huelga general que se ha dado en el país. El 31 de julio estalló la huelga en todo el Distrito Federal, con la participación de 86 mil obreros. Se paralizó toda la Ciudad de México: los servicios públicos (electricidad y agua), los transportes (tranvías), las comunicaciones (teléfono y correos), y otros servicios como tortillerías y panaderías, por ejemplo.

La reacción gubernamental fue fulminante, se decretó la ley marcial y se revivió una vieja ley de 1862 cuyos artículos prohibían la huelga general, las huelgas en los servicios públicos y amenazaban con pena de muerte a los organizadores de ellas. La COM fue disuelta por el gobierno, sus dirigentes encarcelados y enjuiciados fueron condenados a muerte, pero Carranza los indultó.